Consigna de escritura: cuento policial

 El juego de la confesión 


— ¿Qué día sucedió? — 


— No sé de qué está hablando —


— No me tome del pelo enano, confesa que no tengo toda la tarde —


— ¿Qué quiere que le explique? —


El 8 de junio de 2009 se llevó a cabo el asesinato de Martina Murillo, se la encontró muerta en el sillón de su casa en un horario cercano a la madrugada. Se encuentra ahora el fiscal Ramallo realizando preguntas al principal sospechoso, Julián Ramírez. Se está intentando lograr que el acusado confiese su crimen.


— ¿Por qué no empezamos por el hecho de que se la encontró a tu amante con un cuchillo herrumbrado en la espalda? —


— ¡Cuidado! no vaya a acusarme de algo que no sabe si realicé o no —


— Las cámaras de la calle captaron el momento en el que salías de su casa, lo que se supone que fueron minutos después del asesinato. Así que dale, empieza a hablar —


Julián se encuentra sorprendentemente tranquilo, tengo que tomar notas de su lenguaje corporal para notar si lo que narra es cierto o hay algo extraño en cómo desarrolla los acontecimientos. No lo noto nervioso, parece haber aceptado su realidad o estar orgulloso de esta. Sin embargo, el hecho de que no demuestre ningún indicio de nerviosismo también me trae dudas. 


— ¿Quién avisó? —


— Una vecina escuchó al perro negro de Martina ladrar por horas, se asomó por su patio a ver lo que sucedía y se encontró con tu escena de crimen —


— Maldito perro, también lo tuve que haber matado —


— ¿Admitís que lo realizaste vos entonces? —


— No la soportaba más, no encontré otra forma para sacarla de mi vida ¿podes creer que quería que dejara a mi mujer? —


— ¿A qué hora lo hiciste? El reloj de pie marcaban las 5 am cuando encontramos el cadáver —


— ¿No queres saber por qué lo hice? —


— Quiero saber que hiciste, lo que importa es hacerle justicia a Martina —


— A las 2am, llegaron bastante tarde  —


Julián está sentado de forma recta y demuestra una expresión de seguridad en su rostro, como si estuviera desafiando a Ramallo con su confianza. Cada palabra que pronuncia está impregnada de insensibilidad y frialdad, como si todo lo que realizó haya sido calculado. Sus ojos y sonrisa muestran cierta satisfacción, como si el interrogatorio fuese un juego para él. Incluso, se ríe cuando responde con un tono de superioridad, convencido de que a alguno de nosotros también le va a causar gracia todo lo narrado en algún instante.


— ¿Cómo explicas los pedazos de espejo roto que se encontraron sobre el cuerpo de Martina? — 


— Ella amaba ese espejo, entonces se lo rompí. Al asesinarla comencé a trazar dibujos sobre su cuerpo con los pedazos restantes. Si tanto lo amaba, que se ponga contenta de morir con él ¿no? —


— Sos un desgraciado, ni un poco de sensibilidad —


— Me haces reír, Ramallo —


Ramallo se hace el fuerte pero en realidad estas tramas le afectan en gran medida, al tener una hija chica le asusta el hecho de cómo el mundo trata a las mujeres. Siente un nudo en la garganta y estómago ante la descripción descorazonada y fría que aporta Julián. Se imagina a su hija, inocente, y siente una angustia inmensa por el caso de Martina. Igualmente, sabe que debe seguir adelante con su trabajo para alcanzar la justicia que tanto desea. 


El interrogatorio finalizó por hoy, pude anotar algunos movimientos corporales de la narración de Julián Ramírez así que mi trabajo está hecho. Sin embargo, debo quedarme hasta tarde analizando las grabaciones que demuestran cada movimiento que llevó a cabo debido a que hay hechos y expresiones que no cuadran del todo. Si bien Julián confesó, hay algo en su actitud que parece más calculado de lo que aparenta. 


Tras una revisión minuciosa de las grabaciones de las cámaras de seguridad, surgieron nuevas sospechas acerca de quién podría ser el culpable del crimen. Entre las sombras de la noche, se capturó la figura de una persona acechando por la casa de Martina horas antes del homicidio cometido según el horario que mencionó Julián. Esta persona parecía aprovechar la oscuridad de la noche para ocultarse ante las cámaras, tenía una capucha puesta que imposibilitaba descubrir su rostro. 


A medida que Ramallo ampliaba y analizaba hasta el más mínimo detalle de las imágenes, se encontró que la campera que llevaba puesta esa persona coincidía con la clase de vestimenta de la mujer de Julián. Este hallazgo generó nuevas especulaciones acerca de quién es el verdadero culpable del crimen y si se encuentran más cómplices de los ya analizados. Hay una sospecha de que Julián esté encubriendo a su esposa y no sea el verdadero culpable, es por este descubrimiento que mañana por la madrugada interrogaremos a la esposa de Julián, Roberta. Tendré que analizar sus expresiones corporales también.


Comentarios

Entradas populares de este blog

El último cumpleaños

Consigna de lectura: "El aljibe" de Mariana Enríquez

Consigna de lectura: "El chico sucio" de Mariana Enríquez