Autobiografía: mi historia a través de mis diarios
Nunca se me hizo fácil expresar mis sentimientos, desde temprana edad aprendí a guardar todo lo que me sucede emocionalmente. Por largos años fui muy espectadora de aquel espacio, no comprendía lo que se sentía ser escuchada y vista. No encontraba el propósito de sincerarme ante una persona, de que descubriera mis más íntimos secretos.
Mis padres buscaron soluciones para que aprendiera a expresar lo que me sucedía, comenzaron por regalarme mi primer diario íntimo. Tenía tan solo seis años cuando este acontecimiento sucedió, como ya mencioné anteriormente, es un hecho que me atrapa desde muy chica. Recuerdo que fue en Bariloche, mi lugar favorito en el mundo, y que al principio me costó saber que decir sobre mí. Me atemorizaba el pensamiento de que alguien lo agarre y encuentre, en aquellas interminables hojas, todo lo que realmente sentía.
Comenzó siendo un juego la escritura para mí, si bien ocultaba algo mucho más profundo (lo iba a ir descubriendo a lo largo de mi vida), me adentré de esa forma para ir descubriéndome a mi misma. Empecé escribiendo sobre mi, mi nombre, mi cumpleaños, mi edad, donde vivía, mis apodos, mi número de calzado, el color de mi pelo, cuánto medía, el color de mis ojos, quienes formaban parte de mi familia, los nombres de mis mejores amigas, mi comida favorita, mis cantantes favoritos, y más. Lo tomaba como una actividad superficial, no me comprendía ni a mí misma para saber qué otra cosa podría llegar a aportar la escritura.
A los nueve años leí por primera vez el libro “El diario de Ana Frank”. Fue un libro que me marcó mucho como persona, desde aquel entonces mi perspectiva hacia el mundo y la escritura no volvió a ser la misma. Entre otras cosas, aprecie una forma distinta de encarar los modos de escribir. Me demostró todo lo que se puede expresar y dar a entender mediante palabras, oraciones, párrafos y capítulos. La descripción de sus sentimientos y sensaciones era algo que nunca antes había experimentado en la lectura, sentía que cada palabra que leía me ayudaba a comprenderla cada vez más.
Mi deseo fue poder aprender a expresar todo lo que tenía para decir, quería poder poner en palabras lo que me pasaba para que alguien sienta con mi escrito lo que yo sentí con aquel libro. No fue tarea simple, porque como mencione, no sabía expresarme. El trabajo arduo se basó en escribir todo lo que se me pasaba por la cabeza desde los 10 años en adelante en mis diarios, el primero y segundo hablan de toda mi vida en la primaria. En aquellas hojas se encuentran mis viajes con mi familia, sentimientos relacionados a pérdidas de seres queridos, enojos y reconciliaciones con mis amigas del colegio, mi primer sentimiento amoroso hacia un chico, estrés del mundial 2014, resúmenes de cosas que pasaban en mi día a día.
El tercero, cuarto, quinto y sexto se tratan sobre mi vida en la secundaria. Estos diarios fueron los más importantes en mi autodescubrimiento y de construcción de mi historia con la escritura. La vida de adolescente, el ser que siente que va contra la corriente pero que, al mismo tiempo, tiene todo resuelto. Mis páginas demuestran que no lo tenía todo resuelto, son en esas hojas donde me animé a, por fin, expresar todo lo que me sucedía emocionalmente. Encontré en la escritura una forma de escape a todo lo que me atormentaba desde hace años, y que se veía reflejado en aquel presente.
Ese enorme paso me abrió las puertas para comprender el poder de la palabra. Al saber cómo expresarme pude empezar a conocerme a mí misma, mis ideologías, intereses, perspectivas del mundo, y más. Me interesa escribir sobre eso, mi deseo más profundo es compartir mi perspectiva al mundo y generar un cambio; por más mínimo que sea. Quiero poder seguir trabajando todo mi trayecto con la escritura ya que es el mejor medio que encontré para poder poner en palabras todo lo que tengo para compartir con el mundo.
Recuerdo tres acontecimientos significativos que logré transmitir en mis diarios. Cada uno en épocas distintas de mi vida pero que sin duda marcaron el trayecto de mi construcción como persona. El hecho de haberme sumergido en la escritura, y dejar un pedazo de mi memoria en el papel, hace que pueda releerme y ser consciente de todo mi crecimiento y aprendizaje a lo largo de los años.
En primer lugar, un momento que dejó una huella en mi fue mi desorden alimenticio. Desde chica fui describiendo en mis diarios, sin ser consciente de ello, mis síntomas sobre este tema. El proceso fue largo y arduo, pasé por muchas instancias en las que puse muchas cosas en riesgo. De más chica me comparaba con los cuerpos de las barbies, de grande con los de las modelos; me afectaba mucho la naturalización de los comentarios que se hacían sobre los cuerpos de las personas.
No fue fácil comenzar a escuchar opiniones de cuerpos día tras día a mis 11 años, mucho menos cuando las opiniones comenzaron a ser hacia mi. Uno cuando es chico posee mucha inocencia y se deja llevar más fácil por las opiniones, a mi me hicieron creer que tenían razón. Comencé a buscar formas para verme como la sociedad quería que fuese: flaca pero no tanto porque daba impresión, que comiera pero no engordara, que no usara ropa que no favorece mi cuerpo, que no comiera por un tiempo y allí encontraría la felicidad. Me perdí mucho a mi misma en la búsqueda de requisitos inalcanzables ya que es imposible todo lo que se nos pide a las mujeres, tarde mucho en comprender este concepto.
Hoy en día me encuentro en un proceso de recuperación, es un camino con altibajos ya que no es trabajo fácil superar un síntoma que me atormentó por tantos años de mi vida. Dejó una huella en mi porque hoy comprendo que no soy menos suficiente como persona por como se ve mi cuerpo, mi felicidad ante como me veo yo misma es más primordial a como me ve la sociedad. Mi mamá siempre me repitió que lo que opina la gente es un reflejo de algo que les está sucediendo a ellos mismos, con lo cual, también aprendí a no tomarme personales muchos de los comentarios. Dicho proceso me marcó como la persona que soy hoy en día, aprendí (y sigo aprendiendo) muchas cosas en el camino de las cuales estoy agradecida.
En segundo lugar, otro momento que dejó una huella en mi fue el descubrimiento y aceptación de mi sexualidad. Hoy en día leo mis diarios y noto que era muy evidente el hecho de que soy bisexual (por cosas que desarrollaba). Lo que sucede es que en ese entonces las reprimía en gran medida, no comprendí por mucho tiempo que era lo que me sucedía. Fui descubriendo a lo largo de los años que, evidentemente, también me gustan las mujeres.
Me marcó mucho porque varios miembros de mi familia tenían opiniones muy conservadoras al respecto y me daba miedo que no me aceptaran. Al principio se lo conté a mi mejor amiga, Serena; luego pude ir contándole a más personas. Mis familiares fueron los últimos en enterarse, muchos de ellos supieron ya cuando tuve mi primera relación con una mujer. Ella sigue siendo mi novia hoy en día, su nombre es Kiki. Una persona muy importante en mi vida que me marcó muchísimo durante los años que vamos de relación.
Dicha situación me hizo comprender que uno habla de las cosas cuando está listo, no hizo falta decir desde primera instancia cuál era mi sexualidad. Un heterosexual no va aclarando que es heterosexual, con lo cual, yo no fui aclarando que soy bisexual; simplemente me deje ser. El momento en el que se enteraron se desvanecieron todos esos miedos que me atraparon en su momento ya que me dijeron: “lo importante es que seas feliz”.
Por último, el tercer momento que dejó una huella en mi fue el distanciamiento con una amistad de muchos años en mi último año de secundaria. Comencé a comprender el sentimiento de empezar a desconocer a alguien que creí conocer hasta el más mínimo detalle. Fue muy complicado pasar por un proceso de pérdida con alguien que seguía viendo todos los días, no fue un hecho lindo ver cómo de a poco todo lo que habíamos planeado de chicas se iba perdiendo un poquito más con el pasar del tiempo.
Su amistad me enseñó muchas cosas, dejó en mí muchos aprendizajes que aplico en la cotidianeidad. Es difícil, pero sano, entender que muchas veces se vuelve necesario crecer por caminos separados. Uno como persona no puede controlar todo lo que pasa a su alrededor y, a la vez, no todo sale como uno espera o planea. Me gusta quedarme con la idea de que fue una linda época en mi vida cuando estuvo presente, hoy aprendí a aceptar que lo que sucedió fue lo más sano para ambas. El aprendizaje de crecer es poder entender que no todo sale como esperamos y que llegan cosas nuevas para uno, en mi caso, esta situación me dio el pie para animarme a conocer gente nueva y salir de mi zona de confort. Nunca fui del todo extrovertida pero, al entrar en la facultad, mi vida cambió. Comencé a soltarme con mayor facilidad y encontré amistades que me llenan el alma. Rodearte de personas que te suman, y que se eligen mutuamente, es realmente lindo.
Me encanto como escribiste y contaste tu historia. Muy emocionante! Me gusto mucho como lo organizaste y que el diario en el que escribías simbolice distintas etapas de tu vida
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